El poema Deor o El lamento de Deor, es una elegía del siglo X d.C. de la tradición anglosajona y contiene el único estribillo que se conoce de estos compendios. El nombre «Deor», posible máscara de otro poeta, significa bestia salvaje. El poema se recitaba, como en la tradición clásica, acompañado con un instrumento de cuerdas.
Welund him be wurman wræces cunnade,
anhydig eorl earfoþa dreag,
hæfde him to gesiþþe sorge ond longaþ,
wintercealde wræce; wean oft onfond,
siþþan hine Niðhad on nede legde,
swoncre seonobende on syllan monn.
þæs ofereode, þisses swa mæg!
Beadohilde ne wæs hyre broþra deaþ
on sefan swa sar swa hyre sylfre þing,
þæt heo gearolice ongieten hæfde
þæt heo eacen wæs; æfre ne meahte
þriste geþencan, hu ymb þæt sceolde.
þæs ofereode, þisses swa mæg!
We þæt Mæðhilde monge gefrugnon
wurdon grundlease Geates frige,
þæt hi seo sorglufu slæp ealle binom.
þæs ofereode, þisses swa mæg!
ðeodric ahte þritig wintra
Mæringa burg; þæt wæs monegum cuþ.
þæs ofereode, þisses swa mæg!
We geascodan Eormanrices
wylfenne geþoht; ahte wide folc
Gotena rices. þæt wæs grim cyning.
Sæt secg monig sorgum gebunden,
wean on wenan, wyscte geneahhe
þæt þæs cynerices ofercumen wære.
þæs ofereode, þisses swa mæg!
Siteð sorgcearig, sælum bidæled,
on sefan sweorceð, sylfum þinceð
þæt sy endeleas earfoða dæl.
Mæg þonne geþencan, þæt geond þas woruld
witig dryhten wendeþ geneahhe,
eorle monegum are gesceawað,
wislicne blæd, sumum weana dæl.
þæt ic bi me sylfum secgan wille,
þæt ic hwile wæs Heodeninga scop,
dryhtne dyre. Me wæs Deor noma.
Ahte ic fela wintra folgað tilne,
holdne hlaford, oþþæt Heorrenda nu,
leoðcræftig monn londryht geþah,
þæt me eorla hleo ær gesealde.
þæs ofereode, þisses swa mæg!
[Traducción de Jorge Luis Borges y María Kodama: Welund supo del destierro entre las serpientes. Hombre de una sola pieza arrastró desventuras. Sus compañeros fueron el pesar y el anhelo, el destierro frío como el invierno. Más de una vez dio con la desdicha, desde que Nithhad sujetó con firmes tendones a quien valía más que él.
Esas cosas pasaron; también pasarán éstas.
Beadohilde deploró menos la muerte de sus hermanos que la congoja que la afligía. Estaba encinta y no podía prever lo que le esperaba.
Esas cosas pasaron; también pasarán éstas.
¿Quién no ha oído hablar de Matilde? La pasión del Geata era infinita. El pesaroso amor lo privó del sueño.
Esas cosas pasaron; también pasarán éstas.
Teodorico rigió durante treinta inviernos la ciudad de los visigodos; ésto era sabido de muchos.
Esas cosas pasaron; también pasarán éstas.
Conocemos el corazón de lobo de Ermanarico, que rigió la vasta nación del reino de los Godos. Ese rey era cruel. Encadenados por el pesar y aguardando la desventura muchos hombres deseaban que su reino tuviera fin.
Esas cosas pasaron; también pasarán éstas.
El hombre triste yace apesadumbrado. Anochece en su alma y piensa que puede ser infinita su porción de rigores. Debe reflexionar que sobre la faz de la tierra el sabio Dios ordena diversos caminos. A muchos les da honra y duradera fortuna, a otros su parte de dolores. En cuanto a mí diré que fui cantor, alguna vez el cantor de los heodeningas, amado por mi príncipe. Mi nombre era Deor. Tuve un buen cargo y un señor generoso hasta que Heorrenda, diestro en el arte de la poesía, tomó las tierras que me dio el protector de los guerreros.
Esas cosas pasaron; también pasarán éstas.]
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