Traducciones de An invite, to eternity y I am, dos poemas de John Clare realizadas por Leopoldo María Panero, con una breve introducción al autor, que publiqué anteriormente en otro blog.
Invitación a la eternidad
John Clare nació el 15 de abril de 1793, un año después que Shelley, dos antes que Keats. Su padre era un obrero agrícola. Vivió y murió loco; los mismos lores que le proporcionaban bolsas de estudio a causa de la calidad de sus escritos, le hacían comer en la cocina, con los criados. Todavía ahora, celebrando su muerte, «los malos espíritus cantan sortilegios en verso», como él solía repetir.
Dedico esta traducción a Alicia,
que tuvo fe en un muerto.
Dime niña vendrás, vendrás conmigo,
dulce niña, vendrás conmigo
a correr por los valles densos de sombra,
de noche y oscuridad hueca
dime niña, vendrás, ¡vendrás!
Donde el sendero se ha extraviado
donde el sol olvidó al día,
donde no hay luz donde no hay vida
dime niña, vendrás conmigo
donde las piedras se licúan
y la llanura semeja al mar
donde la vida palidece como un sueño nacido
de la fiebre, y los montes caen
y sólo quedan las más oscuras grutas
dime niña vendrás, vendrás
dime niña vendrás conmigo
a través de esta triste no-identidad
donde nuestros padres, nuestras hermanas
nos olvidan y son olvidados.
dime niña vendrás conmigo
a esta extraña muerte día a día vivida
para muerta vivir y ser la misma
sin esa vida del hogar y del hombre
a un tiempo ser y no ser más—
y recordarse como lo que nunca hubo —y sin embargo
ver pasar cosas cual sombras que persiguen
para nada, en vano, los lebreles del tiempo,
dime niña vendrás, vendrás,
a ese lugar que es menos
ya que el cielo, va-
cío como el aire y sin apoyos
oh vendrás niña, dime que vendrás
quieres ganar este país de sombras
donde las caras una a otra se ignoran
el presente mezclado con la ida razón, ida
es ya lo mismo que el pasado
dime niña vendrás, vivir es pecado, vendrás
para unir a los muertos con los vivos
si aceptas, ve, estamos casados
a una misma eternidad.
Un poema de John Clare
I am
(je suis)
Soy —mas qué soy nadie sabe ni a nadie
le interesa —mis amigos
me dejaron como un recuerdo inútil
que sólo se alimenta de su propia desdicha
de mis penas que surgen y se van, sin más, y para nada
ejército en marcha hacia el olvido
sombras confusamente mezcladas a los pálidos
mudos, convulsivos, escalofríos de algo
parecido al amor —y pese a todo soy, y vivo
como vapor en el cristal, que borrarán seguro
cuando llegue el día.
………………………………En la nada del desprecio, en el ruido de muerte de la vida
en el mar frenético de los sueños despiertos, del delirio
que tranquiliza a los hombres, pero mas allá aún
donde no hay rastro de sensación de vida
nada más que un gran naufragio en mi vida de todo lo que quería
hasta de los más íntimos amores, por los que hubiera dado la vida
son ahora extraños —más todavía que el resto.
Languidezco en una morada que ningún hombre holló
un lugar en que jamás aún mujer lloró o sonrió
para estar a solas con Dios, el Creador
y dormir ese sueño que dormía en la infancia
procurando no molestar a nadie —helado, mudo, yazco
sobre la hierba como un perro, irreal como el cielo.
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