Con motivo de los 150 años del nacimiento de W. B. Yeats, la Poetry Ireland Review publicará una edición homenaje que incluye la colaboración de varios escritores y artistas que homenajearán al mayor poeta irlandés.

Recientemente se ha hecho público un poema de Margaret Atwood que forma parte de esta colección, escrito a partir del primer verso de Hound Voice, publicado por Yeats poco antes de su muerte, el 10 de diciembre de 1938, en The Nation. He traducido, sin mayor fortuna, ambos textos.

Porque amamos las áridas colinas y los árboles retorcidos de Margaret Atwood.

Porque amamos las áridas colinas y los árboles retorcidos
nos dirigimos al norte cuando podemos
más allá de la taiga, la tundra, la costa rocosa, el hielo.

¿De dónde viene este olor escaso,
nuestro? ¿Por cuánto tiempo
vagamos en este páramo[1], aprendiendo de memoria
todo lo que solíamos saber:
poner el pelo de las pieles del lado de adentro,
aliarnos a los lobos, comer grasa, odiar el derroche,
esculpir el espíritu, respetar la nieve
hacer y preservar el fuego?

Todo lo que una vez tuvo un alma
incluso esta almeja, este guijarro.
Cada uno tenía un nombre secreto.
Todo oía.
Todo era real,
pero no siempre amable.
Debías cuidarte.
Anhelamos volver ahí,
o nos gustaría sentir, al menos,
cuando no hace demasiado frío.
Anhelamos prestar esa atención.
Pero hemos perdido la astucia;
y además la música es otra.
Todo lo que oímos en el canto del viento en el llano
es el viento.

Voz de Sabueso de W. B. Yeats.

Porque amamos las áridas colinas y los árboles retorcidos
y fuimos los últimos en elegir la tierra de asentamiento,
sentimos tedio del escritorio o de la espada, porque
tantos años acompañados por un perro[2],
nuestras voces perduran; y, aunque limitados por el sueño,
algunos pocos despiertan a medias y a medias renuevan su decisión
de exclamar[3], de proclamar su nombre secreto– “Voz de Sabueso.”

Las mujeres que he elegido hablaban dulce y bajo
y sin embargo exclamaban. Eran todas “Voces de Sabueso”.
Nos elegimos desde lejos y sabiendo
qué hora del terror viene a juzgar el alma,
y en nombre de ese terror obedecimos la llamada,
y comprendimos lo que nadie ha comprendido,
esas imágenes que despiertan en la sangre.
Un día nos despertaremos antes del amanecer
y encontraremos nuestros antiguos perros ante la puerta,
y bien despiertos sabremos que la cacería ha comenzado;
tropezando con el rastro oscuro de sangre una vez más,
y luego a la matanza cerca de la costa;
y luego a limpiar y vendar las heridas
y cantar la victoria rodeados por los sabuesos.

[1] Traduzco así el neologismo de Atwood “hardscape”, que une “hard” (duro, difícil) con “scape”, que suena similar a «escape» (huida) y a la vez lo hace coincidir fonéticamente con “landscape” (paisaje).

[2] He decidido traducir “hound” alternativamente como “perro” y “sabueso”. En español «sabueso» es muy específico, pero «perro», tan general, no remite a «perro de caza».

[3] Yeats usa la construcción “give tongue”, de muy difícil traducción. Puede ser interpretada como decir en voz alta pero también hablar fuerte e, incluso, violentamente. Otro uso, con el que sin duda juega el autor, es referido a la caza; se dice que los sabuesos “give tongue” cuando ladran al perseguir a la presa.

5 respuestas a “El nombre secreto”

  1. […] y subí al blog poemas Sylvia Plath, Louise Glück, Dylan Thomas, W. B. Yeats y Margaret Atwood y bajo el seudónimo Saúl Steiner algunos fragmentos de Oscar Wilde, y traduje […]

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  2. […] “Porque amamos las áridas colinas y los árboles retorcidos” de Margaret Atwood […]

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  3. […] género en tanto literatura “seria” (hace unos años cuestionó también a la autora canadiense Margaret Atwood porque esta prefiere el término “ficción especulativa” a “ciencia ficción”), se quejaba […]

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  4. […] enero de este año se anunció que la narradora, ensayista y poeta canadiense Margaret Atwood sería reconocida con el Ivan Sandrof Lifetime Achievement Award, premio a la trayectoria que da […]

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  5. […] Margaret Atwood, que ya había reescrito parte de la Odisea     (The Penelopiad, 2005) se dedica esta vez a una de las obras más sugerentes de Shakespeare, en su aniversario 400, como parte de una colección de la mítica editorial Hogarth, creada hace cien años por Leonard y Virginia Woolf (que hoy, por supuesto, es propiedad del gigante multinacional Penguin). Fiel a su estilo, Atwood presenta a un director de teatro, Felix Phillips, que tras ser traicionado urde (muy ayudado por el destino) un complejo plan de venganza, que incluye una puesta en escena de The Tempest en un correccional. El entramado, entonces, se abre con un preludio que termina en tiroteo y desde ahí, va al principio de las cosas. Teatro dentro del teatro, fantasmas, extravagancias y pirotecnia verbal. La canadiense arma un libro que es un homenaje sin caer nunca en el deslucido mármol, que tan mal le queda al creador de insultos más deslumbrante de la lengua inglesa. […]

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