Este año fue raro.
Empecé y abandoné decenas de proyectos.
Participé en el Coloquio Internacional Montevideana IX, donde hablé de Shakespeare, Rodó y un cuento de Juan Introini y en las Jornadas Académicas 2015 de la Facultad de Humanidades con la ponencia «Hombre de la esquina rosada»: traducir el límite.
Publiqué en la diaria dos ensayos narrativos, Dos o tres cosas que sé de Facebook y Vivir en serie y dos artículos de opinión, Arde París y Mi retablo de Navidad. En la revista Hugo salió una crónica mía llamada Visitación del fantasma y en el blog El Fantasma de Winamp varias impresiones de discos que me gustan mucho.
Traduje y subí al blog poemas de Sylvia Plath, Louise Glück, Dylan Thomas, W. B. Yeats y Margaret Atwood y bajo el seudónimo Saúl Steiner algunos fragmentos de Oscar Wilde, y traduje para el blog Borges todo el año, del que me volví colaborador habitual, ensayos de Paul Theroux y William Gibson. Se publicó, además, en la revista Vivomatografías mi traducción de Cine temprano y modernidad en América Latina, un brillante artículo de Ana M. López.
Aparecieron, en el blog de Patricia Damiano, una serie de poemas titulada Visiones de Josephine (1883-1968) y Muerte de Carlos Martínez Moreno y Segunda muerte fueron seleccionados por Horacio Cavallo para participar de una muestra de poesía uruguaya contemporánea.
En cuanto a mi trabajo como crítico literario / reseñista en la diaria, diré que al principio estaba Quignard. La primera reseña que publiqué este año fue del ganador del Goncourt, Las sombras errantes (Buenos Aires: El Cuenco de Plata, 2014). No podía saber entonces que éste sería un año tan francés. Así, reseñaría Morir por pensar (Buenos Aires: El Cuenco de Plata, 2015), también de Quignard, Nos vemos allá arriba (Barcelona: Salamandra, 2014), Vestido de novia (Buenos Aires: Alfaguara, 2014) e Irène (Buenos Aires: Alfaguara, 2015) de Pierre Lemaitre, Charlotte (Buenos Aires: Alfaguara, 2015) de David Foenkinos y El bigote (Barcelona: Anagrama, 2014) y El Reino (Barcelona: Anagrama, 2015) de Emmanuel Carrère, novela que nombré uno de los libros del año, junto a La noche tiene mil ojos de María Negroni y menciones a Quignard, Appratto, Espina y Mazzucchelli.
Pero al principio también estuvo la muerte de Pedro Lemebel, la reseña del último libro de poemas de Circe Maia, Dualidades (Montevideo: Rebeca Linke Editoras, 2014), que más tarde ganaría el Bartolomé Hidalgo, y abría el año poético. Después vinieron Poesía 1 (Montevideo: Yaugurú, 2015), primer tomo de las poesías completas de Roberto Appratto; Retahíla (Montevideo: Estuario, 2015), cuya edición sirvió como pretexto para entrevistar a su autor, Aldo Mazzucchelli; Extranjera/Stranger (Montevideo: Yaugurú, 2015) de Jesse Lee Kercheval, La imaginación invisible (Montevideo: Seix Barral, 2015) de Eduardo Espina (reseña que apareció también, con algunos cambios, en H enciclopedia), Poemas encontrados cuando no había (Montevideo: Yaugurú, 2015) de Roberto López Belloso y Criptografías (Montevideo: Ediciones Imaginarias, 2015) de Eduardo Roland.
Entre la poesía y la narrativa está Retratos de bellos y de bestias / Homenaje a Jean Genet (Montevideo: Irrupciones, 2014) de Suleika Ibáñez, que, junto a las novelas La entrada al paraíso (Montevideo: Banda Oriental, 2015) de Martín Lasalt y La partida (Montevideo: Banda Oriental, 2015) de Andrea di Candia; los volúmenes de cuentos La terrible presión de la nada (Montevideo: Seix Barral, 2015) de Jaime Clara y Aventurero (Montevideo: Estuario, 2014) y el libro de investigación El crimen de Delmira Agustini (Montevideo: Estuario, 2014, 2015) de Pablo Rocca (ed.), Pablo Armand Ugón, Fiorella Banchero, Felipe Correa y Erika Geymonat constituyen las publicaciones uruguayas que reseñé este 2015.
Por otra parte, fue un año muy marcado por el thriller y el policial. En éste ámbito reseñé, además de las ya nombradas de Lemaitre, dos novelas de Jo Nesbø, El Leopardo (Montevideo: Random House, 2014) y El Murciélago (Montevideo: Random House, 2015); El gusano de seda (Barcelona: Salamandra, 2015) de Robert Galbraith (seudónimo de JK Rowling), Soy Pilgrim (Barcelona: Salamandra, 2015) de Terry Hayes y Pista negra de Antonio Manzini (Barcelona: Salamandra, 2015). En otro sentido, leí el primer tomo de los diarios de Wendy Guerra, Todos se van (Barcelona: Anagrama, 2014); los libros de cuentos Dublín al Sur (Montevideo: Banda Oriental, 2014) de Isidoro Blaisten y Seres primordiales (Montevideo: Yaugurú, 2015) de Juan Manuel Cortelletti y las novelas Expo 58 (Barcelona: Anagrama, 2015) de Jonathan Coe y Como de la familia (Barcelona: Salamandra, 2015) de Paolo Giordano.
Mención aparte merecen cuatro libros. El primero es Eclipse (Buenos Aires: Alfaguara, 2015) de John Banville, a quien debo mi trabajo en la diaria; el segundo es Alabanza (Barcelona: Random House, 2014) de Alberto Olmos, a quien pude entrevistar por mail y conocer cuando estuvo en Montevideo; el tercero es Escribir: ensayos sobre literatura (Madrid: Páginas de Espuma, 2013) de Robert Louis Stevenson, que aproveché para hacer una nota homenaje, y el cuarto Dos años, ocho meses y veintiocho noches (Buenos Aires: Seix Barral, 2015) de Salman Rushdie, mi más duradera pasión literaria.
Lo dicho: un año largo.