El doctor Johnson y el miedo a la muerte

Se lee en la introducción general al volumen dedicado a Measure for Measure de la serie Shakespeare: The Critical Tradition, editado por George L. Geckle una breve digresión sobre la relación con el texto de un lector privilegiado: Samuel Johnson.


If readers and theatre-goers have been upset by how Claudio behaves, they have been even more disturbed by what he says, that visionary account of the state of death as experienced by a dead person lying in the grave, insensible yet somehow aware of the progress of decay. This very original idea — in which Shakespeare subverted one of the main arguments in the traditional consolatio against death, that at least it brings extinction to the senses — has haunted many sensitive people. Arthur Murphy left a vivid record of Dr. Johnson’s fear of death:
The contemplation of his own approaching end was constantly before his eyes; and the prospect of death, he declared, was terrible. For many years, when he was not disposed to enter into the conversation going forward, whoever sat next his chair might hear him repeating, from Shakespeare.
Ay, but to die and go we know not where,
To lie in cold obstruction and to rot;
This sensible warm motion to become
A kneaded clod, and the delighted spirit
To bathe in fiery floods…
Indeed, in Johnson’s own discussions of the fear of death (remorselessly elicited by Boswell), we hear echoes of that scene. On 17 April 1778, in the course of a conversation in which Johnson agreed with Boswell that ‘death is a terrible thing’, Anna Seward objected that ‘there is one mode of the fear of death, which is certainly absurd; and that is the dread of annihilation, which is only a pleasing sleep without a dream’, to which Johnson replied: ‘It is neither pleasing, nor sleep; it is nothing. Now mere existence is so much better than nothing, that one would rather exist even in pain, than not exist.’ We recall Claudio’s words:
The weariest and most loathed wordly life
That age, ache, penury, and imprisonment
Can lay on nature is a paradise
To what we fear of death.
As an afterthought Johnson added: ‘The lady confounds annihilation, which is
nothing, with the apprehension of it, which is dreadful. It is in the apprehension of it that the horror of annihilation consists’. This echoes Isabella’s earlier attempt to console Claudio:
Dar’st thou die?
The sense of death is most in apprehension…
Johnson’s fear of death, and his stubborn rejection of consolation, found expression through the words of a scene where both brother and sister are pushed beyond their psychological limits.

[La traducción es mía, salvo de las citas de Shakespeare, que pertenecen a la versión de Medida por medida de Circe Maia: Si los lectores y el público se han sentido molestos con cómo se comporta Claudio, más los disturbó lo que dice: ese reporte visionario del estado de la muerte experimentado por un muerto que yace en su sepulcro, insensible pero de algún modo consciente del progreso de su descomposición. Esta tan original idea (en la cual Shakespeare subvirtió uno de los principales argumentos en la consolatio tradicional contra la muerte, que al menos extingue los sentidos) ha obsesionado a muchas personas sensibles. Arthur Murphy dejó constancia vívidamente del miedo a la muerte del doctor Johnson:
La contemplación de su propio e inminente fin era constante ante sus ojos y la perspectiva de la muerte, declaró, terrible. Por muchos años, cuando no estaba dispuesto a entrar en una conversación, cualquiera que estuviera sentado cerca de su asiento podía oírlo repetir, de Shakespeare
Sí, pero morir, ir no sabemos dónde,
yacer en frío encierro y corromperse;
que este sensible y tibio movimiento
masa de arcilla se vuelva y el espíritu
(capaz de dar y producir deleite)
en turbulento fuego se bañe…
En efecto, en las discusiones de Johnson mismo sobre el miedo a la muerte (sonsacadas sin remordimientos por Boswell), oímos ecos de esa escena. El 17 de abril de 1778, en el curso de una conversación en la cual Johnson acordó con Boswell que «la muerte es una cosa terrible», Anna Seward objetó que «hay un modo del miedo a la muerte que es ciertamente absurdo, y es el terror a la aniquilación, que es sólo un dormir placentero sin sueños», a lo que Johnson replicó: «No es ni placentero, ni dormir: no es nada. La mera existencia es tanto mejor que la nada que uno preferiría existir aun sufriendo a no existir». Recordamos las palabras de Claudio:
La más fastidiosa y aborrecible vida
que la edad, la penuria, el dolor o la prisión
nos puedan imponer, sería un paraíso
comparada a la muerte.
Como una reflexión final Johnson agregó: «La señora confunde aniquilación, que es nada, con su anticipación, que es terrorífica. Es en la anticipación de la aniquilación en lo que consiste su horror». Esto hace eco del intento previo de Isabella de consolar a Claudio:
¿Sabrás morir?
Miedo es anticiparnos a la muerte…
El miedo de Johnson a la muerte, y su obstinado rechazo al consuelo, encontraron expresión a través de una escena donde tanto hermana como hermano son empujados más allá de sus límites psicológicos.]

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