Vulcano, el poeta

Hace un tiempo hice una metatraducción (una traducción de una traducción) a partir de un texto de Paracelso traducido al inglés por A. E. Waite. Esto no es aleatorio: pensé “¿qué mejor que una traducción de segundo orden para hablar sobre la esencia de las cosas?”. Este poema habla de eso, de la esencia oculta de las cosas. ¿Con qué secretas palabras hablan los planetas y las plantas para nombrarse?, ¿cuál es el significado original de la luna, ese símbolo?, ¿cómo nos llamamos en la conciencia del universo, a qué nombre atienden nuestras almas? Se llama Arte poética, porque es también una definición del poema y del poeta.

Dios es el maestro,
quien mide la enfermedad y las estrellas.
Él ha ordenado todo
según Su sabiduría, que ¿quién puede desentrañar?
Dios creó el acero pero no aquello que se hace a partir de él.
Él ordenó el fuego, y Vulcano, que es el señor del fuego
hizo el resto…
Debe ser el acero expurgado de toda escoria
y este proceso es la alquimia: cuyo fundador es Vulcano el herrero.
Lo que se logra por el fuego es alquimia;
sea en los altos hornos o en los hogares.
Y quien gobierna el fuego es Vulcano;
sea un cocinero o un hombre que vigila la estufa.
Lo que es verdad del acero es verdad del remedio,
extraer el remedio de la escoria es la tarea de Vulcano. Lo que los ojos perciben
en hierbas o rocas o árboles no es aún un remedio;
los ojos sólo ven la escoria.
Pero dentro, bajo la escoria, yace el remedio escondido. Primero debe ser expurgado.
Esto es alquimia, y es el oficio de Vulcano;
él es el boticario.

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