Hoy, que se cumplen 81 años de la muerte de Gardel, un poema que escribí hace muchos años pensando en él.

Si desaparecieron en la noche
no lo sé. Nadie las vio. Imagino,
sin embargo, una niebla de vino
blanco, destello plateado, coche.

Diré que se fueron, con eso alcanza
y que no volverán, creo que es todo.
La historia las perdió en el negro lodo.
Porque el olvido -puñal, flecha o lanza-

todo lo destruye: La tarde mágica,
la siesta del primer día, el tango
final, las flores claras sobre el fango,
el último sueño, la tarde trágica.

¿Qué se hizo de aquellas mujeres tristes?
¿Dónde están?

Peggy, Betty, July, Mary / rubias de New York / Peggy tomó pastillas, quedó lívida y seca como una ciruela / Betty, July, Mary, Peggy / de labios en flor / Y Betty se cortó las venas en la bañera: rojo y blanco / Betty, July, Mary, Peggy… / July metió la cabeza, la rubia cabeza de porcelana en el horno / July, Betty, Peggy, Mary… / …la bailarina saltó. Los huesos traspasaron su piel y manchó de sangre la vereda / cabecitas adoradas / que mienten amor /

Sus manos, sus vestidos,
el sonido de sus voces que no conozco,
de sus risas que nunca oí…

¿Dónde están, ahora?

(Con la alegría del zorzal
y el tiempo aquél
que no viví)

Una respuesta a “El motivo”

  1. […] (parte de mis experimentos con bichos). Además, hice público el poema “El motivo” y el libro Bonnard 1942-1947 y tuve el honor de escribir el prólogo al segundo […]

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