El tiempo me mantuvo verde y moribundo / aunque canté en mis cadenas como el mar: Dylan Thomas

No obstante, son esas estrofas o párrafos de cuidada orfebrería (o incluso ese verso perfecto que, como dice Lowell, justifica un texto endeble como «La muerte no tendrá dominio»), los que importan ahora. Me refiero, por citar solo un puñado, a páginas virtuosas y ya clásicas como «No vayas dócil a esa buena noche», «Yace tranquilo, duerme en paz» (ambas hechas canción por el también galés John Cale) u «Oh, hazme una máscara», en las que la guerra, el amor y la pérdida ocupan el oscuro centro, del que esas piezas obtienen toda su fuerza; pero también a algunas menos citadas, como «Poema en octubre» o «El jorobado en el parque», en el que se encuentra la estrofa: «Y el viejo perro adormilado / solo entre enfermeras y cisnes, / mientras los niños en los sauces / hacían saltar los tigres de sus ojos / para que rugieran en la rocalla / y los bosques estaban azules de marineros».

Fragmento de “El tiempo me mantuvo verde y moribundo / aunque canté en mis cadenas como el mar: Dylan Thomas”, que se publicó en el portal de la librería Escaramuza. Se puede acceder al texto completo haciendo clic en la cita.

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