Este fue un año peleador.

A imagen del año pasado y del anterior, 2018 empezó con la publicación de una reseña de un libro que, en cierta medida, se relaciona con el psicoanálisis. Esta vez le tocó al último conjunto de ensayos de Sandino Nuñez, Psicoanálisis para máquinas neutras (Montevideo: Estuario, 2017). En el ámbito de la literatura de no-ficción reseñé también Arenas Blancas: experiencias del mundo exterior (Barcelona: Random House, 2017), de Geoff Dyer, y el casi inclasificable (por pertenecer tanto al ensayo como a la narrativa) Tres visiones de Las mil y una noches (Buenos Aires: Eterna Cadencia, 2017), de Daniel Guebel.

Ya en el terreno de la narrativa, y siempre para la diaria, escribí sobre otro de los libros de Guebel, El hijo judío (Buenos Aires: Random House, 2018), sobre Bienvenidos a Occidente (Barcelona: Reservoir Books, 2017), de Mohsin Hamid; La velocidad del entusiasmo (Montevideo: Penguin Random House, 2017), de Alejandro Ferreiro; Un libro de mártires americanos (Barcelona: Alfaguara, 2017), de Joyce Carol Oates; Suicidio (Buenos Aires: Eterna Cadencia, 2017), de Édouard Levé; sobre dos de las novelas de la colección «Hogarth Shakespeare»: La semilla de la bruja (Buenos Aires: Lumen, 2018), de Margaret Atwood y Macbeth (Buenos Aires: Losada, 2018), de Jo Nesbø; sobre El café del griego (Montevideo: Estuario, 2018), de Sergio Altesor; y La carta perdida (Montevideo: Criatura, 2018), de Roberto Appratto.

En esa reseña incluí también mis consideraciones sobre el libro de poemas Los límites del control (Montevideo: Yaugurú, 2018), también de Appratto, a quien además entrevisté para la revista Enclave, de la CUNY. Para la poesía, el año empezó mal, con la muerte de Nicanor Parra, cuyo obituario escribí. Dentro de las reseñas, le tocó a El ABC de Byobu (Montevideo: Estuario, 2018), de Ida Vitale, quien más adelante ganaría el premio Cervantes; a la edición uruguaya de los libros Poemas árticos y Ecuatorial (Montevideo: Yaugurú, 2018), de Vicente Huidobro; al rescate El tobogán solitario (Montevideo: Ilión, 2018), de Edgarda Cadenazzi, y a El corazón disuelto de la selva (Buenos Aires: Editorial Lisboa, 2018), de Teresa Amy. Además, entrevisté al poeta y escritor experimental Matías Ygielka. El libro de Amy, El hijo judío, de Guebel, y Correo literario (Madrid: Nórdica, 2018), de Wislawa Szymborska, fueron por su parte incluidos en la lista de los libros recomendados del año de la diaria, en la que también mencioné la doble publicación de Appratto, el poemario de Cadenazzi, La expansión del universo (Montevideo: Random House, 2018), de Ramiro Sanchiz, y Lincoln en el Bardo (Barcelona: Seix Barral, 2018), de George Saunders.

En otro sentido, me pude diversificar, y reseñé el videojuego Doki Doki Literature Club!, de Dan Salvato (Team Salvato, 2017), el disco Dancing Queen, de Cher, y el fanzine Mascotas Muertas. También escribí sobre Twin Peaks, de David Lynch, sobre la internación de Demi Lovato, por los cien años de Ingmar Bergman y por el día de los muertos. Además, traduje un ensayo de Anohni, «Dios es mujer, ahora o nunca«, que apareció en la diaria el 9 de marzo, y retomé tanto el Cuestionario Proust, con Carolina Bello y Javier Abreu, como mis anti-reseñas, esta vez para repasar mis discos preferidos del año.

Por otra parte, se publicó el fotolibro Narrativa Nativa (Montevideo: Estuario, 2018), de Agustín Acevedo Kanopa, Lucía Germano y Mauro Martella, para el que escribí cinco ensayos, sobre la obra de los escritores Teresa Porzecanski, Mercedes Rosende, Dani Umpi, Sanchiz y Acevedo Kanopa. En el ámbito académico, presenté un trabajo en el X Coloquio Montevideana, sobre Federico García Lorca y su relación con la obra de Isidore Ducasse, conde de Lautréamont; fui invitado por Leticia Hornos y Rosario Lázaro a hablar sobre la versión de Amir Hamed de The Two Noble Kinsmen al curso Traducción literaria en Uruguay: por un abordaje crítico de traducciones y traductores, en la Facultad de Humanidades y, en la revista Inmediaciones de la comunicación, de la Universidad ORT, se publicó un artículo sobre Febrero 30, de Hamed, y Todo termina aquí, de Gustavo Espinosa. También presenté, junto a Lindsey Cordery, el libro It Is Foul Weather In Us All, de Riccardo Boglione.

El texto que leí en esa ocasión se publicó en el portal de la librería Escaramuza, para el que también escribí sobre John Berger, los cuentos de hadas recopilados por Angela Carter, sobre María Negroni y Joseph Cornell, Gloria Fuertes, la poesía lírica de Vladimir MaiakovskiGiovanni Boccaccio en el aniversario del Decamerón, sobre Oscar Wilde, Dylan Thomas y el dadaísmo, a 100 años de la publicación del Primer Manifiesto Dadaísta, de Tristan Tzara. Como parte de la escritura más ensayística, además, terminé con los textitos sobre poesía uruguaya que empecé a escribir el año pasado en Sotobosque y empecé una serie de ensayos autobiográficos en la revista Lento, sobre traducción y mi nueva vida en Francia.

Este año seguí traduciendo y publiqué varias de mis versiones en otro blog, que funciona como hermano o filial de éste, y se llama Destrucción del jardín. Entre poemas de mi autoría, entonces, agregué piezas (algunas ya habían aparecido en este sitio) de Louise Glück, Anne Sexton, Margaret Atwood, Jules Supervielle, Ursula K. Le GuinMary Shelley, Christina Rossetti, y los poemas de James Joyce, Richard Aldington, Skipwith Cannell, Amy Lowell y William Carlos Williams que traduje junto a mi amigo genial Mateo, que murió en noviembre.

Lo dicho, un año abrumador.

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