Poetas líricos en lengua inglesa: Barrett, Browning, Poe, Tennyson y otros

Quinta parte del prólogo de Silvina Ocampo a la antología Poetas líricos en lengua inglesa (Buenos Aires: Jackson, 1952 y Barcelona: Océano, 1999).


En esta época se realizó el célebre, el romántico encuentro de Elizabeth Barrett con Robert Browning. Elizabeth Barret, sin esperanzas ya en el futuro, semi-inválida después de un accidente que tuvo a los quince años, recupera milagrosamente su saludo al conocer a Browning. Estos dos escritores había mantenido una larga correspondencia antes de conocerse. La vida, si se asocia a la felicidad del amor y de la creación literaria, comienza para Elizabeth Barrett con la aparición de Robert Browning: hasta ese momento vivió presa en el letargo de una oscura casa donde no sólo era víctima de una enfermedad, sino de un padre severo y celoso.
Imagino un hermoso día de Italia, entre cipreses y estatuas, cuando Elizabeth entregó a Browning los sonetos que su amor le había inspirado. De estos sonetos, que la autora no pensaba publicar, Browning dijo deslumbrado: «No me atrevería nunca a guardar para mí solo los más hermosos sonetos que se han escrito desde Shakespeare». Sonnets from de Portuguese se publicaron en 1847.

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Retrato de Elizabeth Barrett Browning de Michele Gordigiani (1858)

Tres grandes poetas nacen en el año 1809: dos de ellos en Inglaterra (Tennyson y FitzGerald) y el otro en América (Poe).
Edgar Allan Poe, nacido en Estados Unidos, pertenece menos a América que a Europa y menos a Inglaterra que a Francia. Sus patéticos y misteriosos poemas son de gran originalidad e importancia en la historia de la poesía.
(Aquí abriré un paréntesis. Me he pregunta muchas veces por qué los artistas que menos han realizado su obra son los que tienen tal vez una influencia más estimulante, más directa sobre sus discípulos. La respuesta, sin embargo, es simple. Siempre se establece una especie de colaboración entre el poeta desaparecido y el inmediato sucesor, que siente su obra como una obra propia. En cierto modo, el poeta nuevo continúa una obra empezada. Los errores que descubre en las obras de su maestro le ayudan más que las perfecciones.
El artista más perfecto es el que ha alcanzado una meta que sus precursores no habían logrado, pero el artista más importante es el que descubre una meta, el que la propone a sus descendientes, el que da los primeros pasos en una senda nueva, el que promete nuevas perfecciones. Existen, pues, dos modos de considerar, de apreciar la obra de un artista: uno, por el valor creado, por su perfección intrínseca; otro, por el valor creador, por las variantes que derivan de la obra. Por eso Edgar Allan Poe, que fue más innovador y más cuentista que poeta, nos parece, por momentos, más importante que Tennyson, uno de los más grandes poetas ingleses.)
Poe tuvo una gran inluencia sobre los simbolistas franceses. «Le démon de la lucidité, le génie de l’analyse, et l’inventeur des combinaisons les plus neuves et les plus séduisantes de la logique avec l’imagination, de la mysticité avec le calcul, le psychologue de l’exception, l’ingénieur littéraire qui approfondit et utilise toutes les ressources de l’art» («El demonio de la lucidez, el genio del análisis, el inventor de las combinaciones más nuevas y más seductoras de la lógica con la imaginación y del misticismo con el cálculo, el psicólogo de la excepción, el ingeniero literato que profundiza y utiliza todos los recursos del arte»), dice Paul Valéry (Variété II) enunciando las virtudes de Poe, que deslumbraron a Baudelaire y que le hicieron encontrar en The Poetic Principle una obra que correspondía en todo a sus ideales.
Los poemas más conocidos de Poe, The Raven, The Bells, Annabel Lee y For Annie, no son a mi juicio tan hermosos como To Helen, The Sleeper, Ulalume y Eulalay.

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Daguerrotipo de Poe de W. S. Hartshorn (1848)

No existe en la historia de la literatura inglesa un contraste tan marcado entre las obras de dos poetas contemporáneos y amigos como el que hay en las obras de Tennyson y de Browning.
Alfred Tennyson era un colegial cuando Keats y Byron murieron. A los ocho años, creyendo superar a Campbell, Byron o Scott, escribió: «‘With slaughterous sons of thunder rolled the flood («con hijos criminales del trueno corrían las ondas»). Esta precoz atención puesta en un verso es un testimonio de su ingénito fervor literario.
Después de imitar a Pope y de copiar a Scott, Tennyson escribió a los catorce años un drama en blank verse; en algunos de estos versos ya aparecen anticipaciones de su estilo y de sus epítetos favoritos.
Se dijo que escribió su primer poema a los cinco años. Sus hermanos, que se dedicaban también a la poesía, colaboraron con él en el Poems by two Brothers.
Tennyson es el poeta de la dulzura y, como Wordsworth, el poeta de la naturaleza y de la simplicidad. Cuando se lamenta, se lamenta con belleza, con esplendor. Sin embargo, su carácter era complejo, a veces áspero, con delicadeza femenina, refinamientos y desconfianzas excesivas.
Uno de los poemas más conmovedores de aquel siglo es In Memoriam, donde el poeta deplora la muerte de su amirgo Arthur Henry Hallam. Este poeta consta de ciento treinta y un grupos de estrofas (de cuatro octasílabos que riman abba), estrofas como las que escribienron Ben Johnson y (contempráneamente) Rossetti. Este magistral poema, más patético que Adonais y más hermoso que Lycidas, cuyos versos son fluidos y directos, es uno de los más importantes en su género.
Entre los más hermosos poemas de Tennyson mencionaré UlyssesTithonusThe Lotos-EatersFatimaEnoneThe KrakenThe Deserted HouseA DirgeOde to MemoryThe DaisyHero to Leander.
Rossetti dijo que un libro de Tennyson no podía abrirse en una página equivocada. Sin embargo, en la página 122 (edición de Oxford), encontré casualmente en la última estrofa de Death of the Old Year estos versos que hablan con fruición de la muerte del año viejo:

His face is growing sharp and thin.
Alack! our friend is gone,
Close up his eyes: tie up his chin:
Step from the corpse, and let him in
That standeth there alone,
And waiteth at the door.
There’s a new foot on the floor, my friend,
And a new face at the door, my friend,
A new face at the door.

[Su rostro se torna afilado, delgado.
¡Ay de mí!, nuestro amigo se fue.
Cierra sus ojos: venda su mentón;
Aléjate del cuerpo y deja entrar
Al que está solo.
Y que aguarda en la puerta.
Hay un nuevo pie en el suelo, amigo mío,
Un nuevo rostro en la puerta, amigo mío,
Un nuevo rostro en la puerta.]

Y en la página 4, en un poema titulado Lilian, versos imposibles de traducir, que el tiempo, menos indulgente que Rossetti, seguramente ha transformado.
Poe, al decir que no existían poemas largos, no hizo una hipérbole. Es casi imposible encontrar hermoso en su totalidad un poema muy extenso. In Memoriam es un poema largo y hermoso, pero compuesto de fragmentos: esto equivale a una composición de varios poemas. No lo mencionaré, pues, entre lo largos poemas de Tennyson: The PrincessIdylls of the King, composiciones tan irregulares que en ellas Tennyson aparece, ora como autor de sus insignificantes sonetos, ora como el de The Lotos-Eaters Tithonus.
A los ochenta y un años, todavía con extraorinaria lucidez, Tennyson compuso uno de sus más venerados poemas: Crossing the Bar. Murió el 6 de octubre de 1892, con un libro de Shakespeare a su lado, con una ventana abierta, en un cuarto iluminado por la luz de la luna.

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Detalle de un retrato de Tennyson de Samuel Laurence y Sir Edward Burne-Jones (c. 1840)

A través de una excepcional traducción, más importante que muchos poemas originales, Edward Fitzgerald se distintgue entre los mejores poetas. Era un atento y estudioso lector, un crítico sutil, un poeta sensible. Pasó su vida entre sus libros, conoció la felicidad de un jardín.
Durante muchos tiempo las traducciones que hizo de Esquilo y de Calderón, la misma traducción deslumbrante y valiosa de los Rubáiyát de Omar Khayyám, el astrónomo y poeta persa, no se conocieron. Después de 1859, los Rubáiyát se convirtieron en una especie de ídolo.

Reflexionar con vértigo en la arbitrariedad misteriosa del tiempo, en las combinaciones infinitas que algunos cambios podrían haber engendrado en el destino de ciertos escritores y de sus obras, es reflexionar en Browning y en su obra.
Situar a Browning en la época actual es una tentación que, si no la tuvo Dios, podemos tenerla los lectores de Browning para imaginar y comprender mejor las infinitas posibilidades de su obra y de su genio. En la época actual hubiera sido un gran cuentista, un gran novelista. ¿Por qué no lo fue entonces? Tal vez porque sus ideas en aquella época parecían más adecuadas, por su originalidad, para ser expresadas en verso.
Si a Tennyson le faltaron argumentos para realizar la numerosa musicalidad de sus versos siempre en acecho, a Browning le faltaron versos para realizar la asombrosa riqueza de sus argumentos.
Tal vez con tanto ingenio (con un ingenio como el de Browning, se entiende) nadie podría hacer versos más cuidados, ni menos oscuros.
Examinemos los conmovedores versos de la primera estrofa de Memorabilia:

Ah, did you once see Shelley plain,
And did he stop and speak to you?
And did you speak to him again?
How strange it seems, and new!

[¡Ah! ¿viste alguna vez a Shelley claramente
y él se detuvo para hablarte?
¿Y tú re contestaste?
¡Qué extraño parece y qué nuevo!]

En este breve poema en que Browning no tuvo la preocupación del argumento logró versos fluidos, transparentes, musicales, que se imprimen por un procedimiento mágico en la memoria. Similares a esas músicas que oímos con insistencia en el recuerdo, después de haberlas oídos por primera vez con distracción, son estos versos que nuestra memoria registra inconscientemente y que nos causan un deleite inagotable cuando encontramos un pretexto para poder repetirlo en alta voz; versos como éstos, que ahora recuerdo, se encuentran en algunos poemas de Ronsard, de San Juan de la Cruz, de Góngora, de Garcilaso, de Verlaine, de Kipling, de Baudelaire. No todos los buenos versos tienen esta virtud, ni son buenos todos los que la tienen. Elementos mágicos forman la estructura de un verso: la alianza de las palabras lo vuelve frío y brillante como el filo de un metal, o impreciso como la blanda transparencia de un pétalo. Que los versos dilectos parezcan llevar en ellos mismo la voluntad de penetrar en la memoria y de pertenecer en ella, no nos asombra, ni nos asombra que se valgan de distintos subterfugios para conseguirlo, ya sea con dificultades, como los versos de Quevedo, de Milton, de Donne o de Menéndez y Pelayo, o con dulces facilidades, como los de Verlaine, Rubén Darío y Bécquer.
En general, los versos de Browning no pertenecen a esa clase obsesionante para la memoria. Son a veces oscuros y ásperos, muchas veces difíciles de leer.
Pauline, el primer poema que publicó Browning, un poco autobiográfico, iba a ser como The Prelude, de Wordsworth, pero más extenso y complicado. De esta obra ni un solo ejemplar se vendió. Luego aparecieron un drama, Paracelsus, la historia de un alma; un poema narrativo escrito en versos heroicos. Sordello, cuya oscuridad fue largamente comentada y que en cierto modo desprestigió al autor; otro drama, Pippa Passes, en parte lírico, en parte escrito en prosa, en parte escrito en blank verse, lleno de variedad y de gracia.
En 1855, Browning, con Men and Women, despertó el entusiasmo y la admiración de muchos poetas y de algunos lectores. Porfiria’s LoverA Grammarian’s Funeral The Last Ride Together son poemas sugestivos e ingeniosos. En Dramatis Personae apareción en 1864 otra serie de poemas, de gran originalidad. The Ring and the Book, en cuatro volúmenes, tuvo un éxito decisivo.
Los veinte últimos años de la vida del poeta fueron proficuos: aparecieron sucesivamente Fifine at the Fair, Red Cotton Night-Cap Country Asolando, que escribió en el año de su muerte.

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Retrato de Robert Browning de Rudolf Lehmann (1884)

«No cites, ni hagas referencias a otros escritores. No abrumes tus obras, déjalas correr livianas como los pájaros que vuelan en el aire o como los peces que nadan en el mar. Evita las comparaciones poéticas; sé fiel a la semejanza perfecta de la naturaleza, sano, exacto, simple, desdeñando los ornamentos. No te aventures en críticas, ni en polémicas; que tus obras sean vigorosas, ricas, frescas, naturales. Incorpora en ellas cosas naturales, indestructibles, modismos, características, ríos, etados personas, etc. Permanece lleno de vigoroso germen sensual… Poeta: cuida que tus poemas, en vez de estar hecho con el espíritu que se desprende del estudio de las imágenes de las cosas, estén hechos con el espíritu que se desprende del contacto de las cosas verdaderas». Estas palabras de Whitman definen el carácter de su obra. En 1853 Walt Whitman, en América, haciendo obras de carpintería, comenzaba ya a tramar los poemas de Leaves of Grass, libro que lo consagró. El ímpetu democrático, la generosisdad, la originalidad de su acento y muchos motivos que son ajenos a la poesía labraron su fama.

La obra de Matthew Arnold es una de las más representativas, pero no de las más importantes, de su época. Johnson dijo que las críticas de Dryden eran las críticas de un poeta; podría decirse que la poesía de Matthew Arnold es la poesía de un crítico. En ningún momento se advierte el impulso poético nacido de una necesidad de hablar en verso, salvo en la conmovedora última estrofa de Dover Beach, en Lines written in Kensington Garden y en Self-Dependence. 

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2 respuestas a “Poetas líricos en lengua inglesa: Barrett, Browning, Poe, Tennyson y otros”

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