«Pensamos hacia atrás a través de nuestras madres si somos mujeres», afirma famosamente Virginia Woolf en Una habitación propia (1929) e inaugura una nueva forma de concebir la escritura, que entiende al sujeto femenino como de algún modo diferente, un otro que debe pensarse a sí mismo por fuera de la tradición. Porque si los grandes nombres de la literatura británica (ella nombra a Lamb, Brown, Thackeray, Newman, Sterne, Dickens, De Quincey y agrega un «o quién sea») «nunca ayudaron a una mujer», lo que resta es entonces hacerse con la pluma y escribir, aunque lo primero que descubra la escritora al enfrentarse a la hoja en blanco sea que no hay frases comunes listas para su uso. Es a partir de este mirar hacia atrás por la línea materna que funciona el principio: el pensar a través de la madre indispensable para cualquier mujer se sostiene en que…
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