Más frascos y tiempos congelados, con Walter Benjamin, Arthur Conan Doyle, Sylvia Plath y Disney
«En cuanto empieza a vivir, el niño se convierte en un gran cazador», asegura Walter Benjamin en su Calle de sentido único, libro impar publicado en 1928. Sigue, un poco más adelante:
sus años de nómada son horas dentro del bosque de los sueños. Desde ahí va arrastrando su botín a su casa, a limpiarlo, asegurarlo y desencantarlo. Sus cajones se convierten poco a poco en arsenal y zoo, como en museo criminal y cripta. «Vaciarlos» sería lo mismo que destruir un edificio lleno de castañas puntiagudas que son luceros del alba, papel de estaño que es plata, cubos de madera que, en realidad, son ataúdes y cactus que son tótems, y monedas de cobre que sin duda alguna son escudos.
Sin embargo, no había en mí una idea de museo, ni de zoológico…
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